sábado, enero 13

Vampiro

La muchacha, vestida de blanco, permanecía quieta y con ojos ausentes. Su traje se balanceaba al ritmo del susurrante viento.

Derrepente el paisaje fue roto por una figura vestida de negro. Flaco y con pose altiva se paró frente a la joven. Estaba ligeramente inclinado hacia detrás, su pelo, largo y negro, también se balanceaba al compás de la brisa. Sonreía con suficiencia. Sin previo aviso estiró la mano con rapidez, la posó con delicadeza en el rostro ausente de la chica y empezó a recorrerlo con sus largos dedos de pianista. Llegó a la nuca y la masajeó antes de acercarse el cuello a la boca en un brusco movimiento.

El rostro de la chica no cambió en el momento en el que los colmillos de la bestia se clavaron en su piel, sin embargo, unas lágrimas cristalinas resbalaron por sus mejillas. El pelinegro se separó del blanquecino cuello, dejando tras de sí dos rojos senderos. Miró, nuevamente, a la joven.

Lo último que recuerdo, su lengua limpiando mis lágrimas.

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