martes, enero 16

Disertar

El silencio inunda la estancia. Sigo sentada mirando a la pared y sin ver nada. Soledad. Bajo la vista hacia mis muñecas y veo las marcas que nunca estuvieron. Que nunca me dejaron tener. En la mesa descansa un bote vacío. Debería contener las pastillas que alejaran mi dolor. Pero también me las prohibieron. Creen que estoy mal. ¿Qué sabrán ellos?

Ni si quiera me dejaron elegir si vivir. Jamás me preguntaron si quería vivir. Yo no pedí nacer. Pero ahora ya estoy aquí, no hay retorno visible. Tengo que cargar con todas esas patrañas sobre mis hombros. Con toda la hipocresía. Pues no pienso rendirme. Pienso ser cruelmente sincera. Cínicamente fría. Calculadora.

Dadme tiempo y me revelaré. Dadme armas y os mataré. No lo dudéis ni un instante. Estoy harta de ser la buena. La que sufre. La que llora. Ya no más cría. Ya no más niña. No más idiota. No más tonta.

Renaceré y seré como decida. Sin seguir caminos desde el principio. Sin aceptar estúpidas doctrinas. Sin vestir, escuchar o comer lo que otros decidan. Sin controles. Sin ataduras.

Pero...¿Para que mentirme? Seguiré siendo la misma mojigata mañana, y pasado... Por que ya no tengo fuerzas. Por que las gasté al intentar alcanzar el bote que descansa vacío sobre la mesa. Por que me da miedo enfrentarme a alguien con poder sobre mi. Por que tengo miedo al futuro, a que las ataduras se aprieten aún más.

Por que aún sigo teniendo los mismos miedos que en el pasado...

No hay comentarios: